Sor Eusebia Palomino, “la Santa de Valverde del Camino”
La primera vez que oí hablar de sor Eusebia Palomino fue en el año 1985, cuando una amiga me regaló un libro sobre su vida y una estampa de la monja que aún conservo en un cajón de mi mesita de noche.
Cuando leí el libro, la vida de esta religiosa me pareció muy apasionante, por su vida de sacrificio y su entrega incondicional a los demás. Y en aquel momento decidí que en el primer viaje que hiciera a Andalucía visitaría Valverde del Camino, donde reposaban sus restos. La ocasión se me presentó al año siguiente, y tuve el honor de conocer la sala donde vivió y murió, y caminar por los lugares por los que ella caminó, todo ello de la mano de una dulce monjita que nos relató cosas de su vida y de su muerte.
Eusebia Palomino nació en Cantalpino (Salamanca), el 15 de diciembre de 1899 y murió el 10 de febrero de 1935 en Valverde del Camino (Huelva). Hija de Agustín Palomino y de Juana Yenes. Familia muy humilde pero de muy altos valores cristianos.
Su padre trabajaba en el campo y en los largos inviernos cuando faltaba el trabajo, se veía obligado a pedir caridad. Algunas veces le acompañaba Eusebia, que disfrutaba de las largas caminatas, del hermoso paisaje y de las charlas de su padre el cual al ser un hombre muy creyente, aprovechaba todos los momentos para hablarle de Dios y para enseñarle el catecismo.
En su primera comunión, con la edad de ocho años, tuvo la sorprendente percepción de lo que significaba pertenecer totalmente al Señor.
Eusebia, tuvo que dejar la escuela a muy temprana edad y dedicarse a cuidar niños de algunas familias del pueblo demostrando una gran predisposición y una gran madurez. Y cuando contaba doce años, se trasladó con su hermana mayor a Salamanca, donde se puso a trabajar de niñera.
Los domingos por la tarde iba al oratorio festivo de las Hijas de María Auxiliadora; y las religiosas la invitaron a ayudar a la comunidad, cosa que aceptó encantada. Allí ayudaba en la cocina en la limpieza de la casa y a otros menesteres.
La niña fue creciendo con el íntimo secreto de consagrarse totalmente a Dios, pero no se atrevía a pedirlo, porque no se creía merecedora, por su pobreza y por su falta de instrucción.
El 15 de agosto de 1922 vio colmado su anhelo iniciando su noviciado, y dos años más tardes tomó sus votos religiosos siendo destinada a la casa de Valverde de Camino, un pueblecito de Huelva.
A la mañana siguiente de su llegada, la hermana Eusebia comenzó su trabajo que consistía en cuidar del pequeño huerto, cocinar, encargarse de la ropa y la portería, así como de la asistencia de las niñas del oratorio festivo. Al principio no fue muy bien acogida por estas niñas pero pronto se sintieron atraídas por ella y por las narraciones de santos y misioneros que les contaba con entera sencillez y dulzura. La felicidad de la hermana Eusebia era inmensa por estar “en la casa del señor para siempre”.
Fue ahí donde se esparció la emanación de su santidad y de su espíritu salesiano, como destacada hija de su fundador San Juan Bosco y de María Auxiliadora, por su ánimo alegre, sencillo, humilde y servicial.
A principio de 1930 comienza a vislumbrarse en España la persecución religiosa y sor Eusebia no dudó en ofrecerse a Dios, como víctima para la salvación de España y la libertad de la religión. En agosto de 1932 una enfermedad repentina fue el comienzo de muchas otras que vendrían detrás, y en este tiempo tuvo visiones de sangre que afligían a la monja más que los dolores físicos. El 4 de octubre cuando rezaba con algunas de sus hermanas, palideció y dijo: “rezad por Cataluña”. Era el principio de la sublevación obrera de Cataluña y Asturias. Tuvo otra visión de sangre cuando fusilaron a su directora sor Carmen Moreno Benítez junto a otra hermana.
La enfermedad de sor Eusebia se fue agravando y a pesar de su gravedad la lucidez mental era total y quienes la visitaban sentían la fuerza moral y la luz de santidad que de ella emanaba.
Murió serenamente en la madrugada del 10 de febrero de 1935 y sus restos mortales fueron visitados durante todo el día por los habitantes de Valverde que repetían sin cesar “ha muerto una Santa”.
El Papa Juan Pablo II declaró a sor Eusebia Venerable el 17 de diciembre de 1996 y posteriormente, el 25 de abril de 2004 la declaró beata presentando su vida como un camino de fascinación y santidad. Pero por sus devotos de todo el mundo, sor Eusebia Palomino es considerada Santa y sobre todo por los habitantes de Valverde del Camino.
En el lugar donde murió del colegio María Auxiliadora, de Valverde del Camino, habilitaron una sala museo con sus fotografías, sus recuerdos, y una urna con sus restos mortales, donde la beata Eusebia Palomino Yenes, descansa en paz.